JENGIBRE
El jengibre, una planta herbácea de rizoma carnoso, se cultiva en China, Japón, Jamaica y África.
El uso del jengibre en perfumería se remonta a varios cientos de años, gracias a los descubrimientos sobre la destilación. Después de cosechar las raíces, se pelan y se secan para destilarlas con vapor. Gracias a este proceso, los perfumistas obtienen un aceite esencial de jengibre.
El aceite de jengibre es un líquido amarillo que gradualmente se vuelve más viscoso cuando se expone al aire. Tiene un olor especiado-aromático, menos punzante que el olor a jengibre puro, y con una nota cítrica distinta.
El otro interés del jengibre en perfumería es que es una nota “ascendente”. Esto significa que se puede oler directamente en la nota de salida, gracias a su frescura y efervescencia. Pero gracias a su excelente fijación, su aroma también se desarrollará en toda la pirámide olfativa, para sentirse hasta la nota de fondo.
El jengibre es una materia prima que se puede asociar a muchas composiciones. Combina a la perfección con fragancias cítricas para crear matices luminosos y chispeantes. El jengibre también aporta dinamismo a las notas amaderadas y alivio a los ingredientes florales como el jazmín o el clavel, por ejemplo.
El jengibre es el más ligero y refrescante de los ingredientes picantes. Es a la vez fresco, cálido, agudo y especiado. El jengibre es un ingrediente de fragancia popular y combina particularmente bien con vainilla, canela, benjuí, cedro, sándalo, cítricos, maderas y especias.