LAVANDA
La lavanda es uno de los ingredientes de perfume más antiguos. El nombre probablemente proviene de la palabra latina "lavare" (lavar) en referencia a su uso como aceite de baño que se remonta al Imperio Romano.
La lavanda es un arbusto que puede crecer hasta un metro de altura y es admirado por sus hermosas flores de color malva y púrpura. Francia es el principal productor de lavanda, especialmente en las regiones del sureste como Alta Provenza, Drôme y Vaucluse.
Existen diferentes tipos de lavanda, la que más se utiliza en perfumería es la Lavanda Inglesa o Lavandula angustifolia. Otros tipos de lavanda utilizados en fragancias son Lavandula latifolia y Lavandula stoechas, más alcanforada.
En perfumería, la esencia de lavanda se produce a partir de la destilación por arrastre de vapor de sus flores recién cortadas, o en forma de absoluto obtenido por extracción con disolventes volátiles.
La lavanda ofrece notas persistentes florales, aromáticas frescas y con ciertos matices que recuerdan a la familia amaderada, aportando un fragante aroma y una intensidad inconfundible. Es versátil y es también una de las notas más recurrentes en la familia Fougère.
La lavanda es fácil de combinar con toda la familia de las maderas, cítricos y de las yerbas; combina bien con ingredientes aromáticos como el pino, la salvia y el romero, así como con el pachulí, el musgo de roble, la bergamota, el neroli y el azahar. En simples palabras, la lavanda es una nota aromática muy simple de añadir a cualquier perfume.
La lavanda aparece por primera vez en un gran perfume en 1892, el ahora icónico Fougère Royale de Houbigant.