Traspasar el aura de la rosa.

Al alba, cuando la oscuridad se empieza a desvanecer por la incipiente claridad y el calor del sol gana intensidad, la silueta de la rosa salvaje se desdibuja a contraluz. El rocío que moja sus pétalos se evapora al calor de los rayos solares y crea a su alrededor un aura que se mueve caprichosa por el soplo de la brisa matutina. La curiosidad propia del oficio de Ramón Monegal, lo empuja a acercarce y oler a esta reina justo cuando se despierta y su olor es único. Su instinto lo guía hasta el instante en el que el corazón de la reina queda al descubierto para entrar, entre rocío y penumbra, a robarle su razón de ser.

Profundo, dinámico y atrevido.

Notas de salida: Jengibre de la india, azafrán español, cachemira y magnolia grandiflora.

Notas de corazón: Rosa damasco, pimienta rosa reunión, cedro virginia e incienso de Somalia.

Notas de base: Benjuí Siam, musgo de roble yugoslavo, cóctel de almizcle y caramelo.

Ramón Monegal